Aprendiendo a amar más a México

Por Andrea Oceguera

Tengo cuatro años viviendo fuera de México, lo que me ha hecho aprender a valorar diferentes aspectos del país, el más obvio, la comida. Sin embargo, en mi última visita resaltaron principalmente las cualidades de las personas y la diversidad cultural. De hecho, cuando personas de diferentes nacionalidades me preguntan cómo es México, yo respondo: diverso.

Tanto en el extranjero, como nosotros mismos, tenemos estereotipos de las personas según las cualidades y defectos que consideramos más notorios en cada región. Durante los últimos meses he adoptado la actitud de buscar lo positivo en cada situación que se me presenta, aunque no sea totalmente buena. Esto me ayuda 1. a ser más feliz, 2. a valorar más lo que me rodea, en cierto sentido a vivir la gratitud. Esta visita a México no fue la excepción, busqué asociar lo más positivo que vi en las personas a su ciudad.

A pesar de los varios problemas que conocemos de nuestro país, este viaje me permitió volver a darme cuenta de las cualidades que más resaltan de los mexicanos y aquello que sobresale según las diferentes zonas. Cabe mencionar que en esta reflexión soy consciente de que mi perspectiva está sesgada por ciertos parámetros culturales basados en mi experiencia de vida, educación, clase social, etcétera.

México tiene muchas realidades, creo que son como varios mundos en un mismo lugar en un mismo momento. Dicho esto, mis comentarios no son la generalidad pero pienso que sí representan parte de la cultura de diferentes regiones y más que una persona se podría identificar con estos pensamientos. Por ejemplo, sin ser algo nuevo para mí, me impresionó sentir la actitud de innovación y emprendedurismo de los regiomontanos, el constante cambio y renovación de la ciudad y esas ganas de destacarse y mejorar. En la ciudad de México resalta el nivel de educación o información por el contexto actual social, político y ambiental del país, un raciocinio y argumentación bien fundamentados. En cuanto al sur de México pude vivir aún más la amabilidad y espíritu de servicio de las personas, sea por razones comerciales o simplemente por sus personalidades, es definitivamente uno de los mejores recuerdos que me llevo, la apertura de las personas de contar sobre ellas y ayudar en lo posible. No en vano México es considerado el país más amigable del mundo según un estudio de Internations.

Para ser sincera, conozco poco de México y en cuanto más conozco me doy cuenta que sabía aún menos de lo que pensaba. Sin embargo creo que es importante tener siempre una actitud de turista o visitante en nuestra vida diaria, estemos o no en nuestro país de origen. Esta actitud nos permite ser conscientes de lo que nos rodea, analizar, cuestionar y pensar en el motivo que lleva a las personas a ser de una u otra forma. Como por ejemplo la influencia que tienen las principales fuentes de ingreso de la región en la personalidad y cultura de sus habitantes, como se reproducen valores y actitudes en conjunto con las profesiones, tanto por costumbre como para asegurar la continuidad de intereses y cualidades para su desarrollo económico y profesional.

Invito a ser curiosos sobre nuestras interacciones y lo que nos rodea, a pensar en el contexto histórico y contemporáneo para comprender nuestros comportamientos o tendencias. Esto podría traer dos consecuencias positivas: 1. valorar más los aspectos positivos que observamos, 2. identificar los problemas que tenemos que solucionar, sea en nuestras acciones como individuos o incentivar la transformación a nivel macro.

Después de haber vivido por años en el extranjero, y siendo que así continuará, sé que no soy una mexicana normal (si es que ese concepto existe realmente), pero también sé que nunca seré realmente de la nacionalidad del país que me adopte. Por lo tanto, no queda de otra más que ser una turista eterna en donde quiera que esté. A pesar de que esta percepción pueda parecer inestable o sin sentido de pertenencia, de nuevo tomo lo mejor de esta situación: aprender a observar y entender los motivos de las personas para actuar. Al final, todos y cada uno de nosotros somos una recopilación de diferentes costumbres y tradiciones con influencias provenientes de diversos lugares, lo que nos enlaza y une, pero también nos hace culturalmente únicos.