En muchas organizaciones grandes, la agenda de un CEO o ejecutivo senior suele estar saturada de reuniones uno a uno (1:1). Aunque estas se consideran necesarias para la alineación, la toma de decisiones o la gestión de relaciones, en los niveles más altos de liderazgo, esta práctica puede estar saboteando los intereses de la organización. A pesar de los abundantes consejos sobre cómo optimizarlas, ninguna mejora técnica puede resolver el problema si esas reuniones no deberían existir en primer lugar.
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