Deja de resolver todos los problemas de tu equipo y empieza a guiarlos hacia la autonomía.
Muchos líderes caen en la trampa de pensar que apoyar a su equipo significa resolver todos sus problemas. Pero cuando te conviertes en el "bombero" de cada situación, no solo te sobrecargas, sino que limitas el crecimiento de tus colaboradores y creas un cuello de botella en la toma de decisiones.
La próxima vez que alguien te plantee un problema, evita tomarlo como una tarea más en tu lista. En lugar de eso, usa preguntas que fomenten la responsabilidad individual y el pensamiento crítico:
¿Qué has intentado? Incentiva el esfuerzo previo y evita el pase automático de problemas.
¿Qué —o quién— te impide avanzar? Ayuda a identificar obstáculos reales y repetitivos.
¿Qué apoyo necesitas (y de quién)? Amplía la visión de ayuda más allá del líder.
¿Qué harías tú si estuvieras en mi lugar? Invita a pensar como líderes y a valorar el proceso.
¿Hay algo más que deba saber? Mantiene la comunicación abierta sin asumir tareas innecesarias.
Estas preguntas no son evasivas, son herramientas de desarrollo. Al usarlas consistentemente, verás cómo tu equipo comienza a llegar con ideas, no solo con quejas. Así, tú recuperas tiempo y ellos ganan confianza y habilidades.
Liderar no es cargar con todo; es enseñar a otros a resolver. Practica este enfoque y crea una cultura de autonomía, colaboración y efectividad.
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