Cómo tomar mejores decisiones cuando los datos no son suficientes
En entornos ambiguos o saturados de información, los grandes líderes saben que los datos no siempre tienen la última palabra. Ahí es donde entra la intuición: no como una corazonada, sino como el resultado de integrar experiencia, patrones y señales emocionales.
Para afinarla, adopta estas prácticas:
Reflexiona después de cada decisión importante: registra lo que sentiste, los patrones que notaste y revisa si acertaste.
Haz el “calm test”: pregúntate si tomarías la misma decisión en calma.
Escucha lo que susurra tu intuición: la intuición no grita, aparece en la pausa entre reuniones, en caminatas o al escribir.
La intuición no reemplaza los datos, pero sí te muestra el camino cuando los números se quedan cortos.
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