Por Elizabeth Grace Saunders (Adaptación)
Tras meses de cubrir múltiples puestos vacantes y participar en agotadores procesos de entrevistas, por fin ha sucedido: todas las posiciones están cubiertas. En teoría, esto debería marcar el regreso a la normalidad y a tu verdadero trabajo. Deberías recuperar grandes bloques de tiempo en tu agenda para centrarte en prioridades estratégicas y mejorar tu equilibrio vida-trabajo.
Sin embargo, la realidad suele ser diferente. Sin una reevaluación intencional, es fácil permitir que la inercia operativa te robe la flexibilidad que acabas de ganar. Muchos líderes se encuentran con “más manos a la obra”, pero siguen atrapados en reuniones consecutivas, controlando los detalles de cada proyecto y respondiendo correos que ya no les corresponden.
Como coach de gestión del tiempo, he visto cómo líderes senior luchan por soltar el control cuando alguien nuevo se incorpora. A corto plazo, se siente más seguro seguir operando como siempre. Pero a largo plazo, esto limita los resultados del equipo, frustra a las nuevas contrataciones y te impide ejercer tu verdadero potencial de liderazgo. Para obtener los beneficios reales de una nueva contratación, debes cuestionar todo lo que has estado haciendo y liberar lo que ya no es tuyo.
Aquí hay cuatro pasos esenciales para reclamar tu tiempo y empoderar a tu equipo.
1. “Desinvítate” de las reuniones inmediatamente
Cuando cubres un rol vacante, es natural involucrarse profundamente en la operativa. Pero una vez que el nuevo líder está a bordo, tu presencia en cada reunión operativa envía una señal equivocada: sugiere que el nuevo integrante es el líder solo de nombre, pero no en la práctica.
Debes auditar tu calendario. Revisa las reuniones de equipo, los stand-ups y las revisiones de proyectos bajo una lente crítica: ¿Es absolutamente necesaria tu presencia ahora que el nuevo empleado ha comenzado? Tras un breve periodo de transición, el objetivo debe ser retirarte de casi todas las reuniones específicas del área, manteniendo quizás solo una sincronización semanal para actualizaciones críticas. Esto no solo libera horas en tu agenda, sino que establece al nuevo empleado como la persona de referencia ante el equipo.
2. Delega tareas, no solo títulos
Es común que, incluso con el puesto cubierto, un líder siga ejecutando gestión de proyectos o tareas administrativas por hábito o miedo a que la calidad baje.
Debes peinar tu lista de tareas y proyectos actuales. Identifica qué actividades operativas, seguimientos de equipo o preparaciones de presentaciones deben ser transferidas. Es posible que experimentes incomodidad si el equipo no entrega los resultados bajo tus estándares exactos al principio. En lugar de retomar el control y hacerlo tú mismo (”es más rápido si lo hago yo”), utiliza esos momentos para establecer mejores sistemas. Crea plazos de entrega anticipados para revisar el trabajo y estandariza los procesos de revisión. Tu trabajo es garantizar la calidad del sistema, no hacer el trabajo manual.
3. Vence la resistencia al trabajo estratégico
Existe un mensaje subconsciente en la cultura corporativa: estar ocupado en reuniones significa ser importante. Cuando finalmente delegas y abres espacios en tu agenda, puede surgir una inseguridad silenciosa. Sin el ruido constante de la urgencia, ¿sigues siendo valioso?
Para evitar llenar este vacío con “traballo de relleno” (como revisar emails compulsivamente), debes planificar intencionalmente tu trabajo estratégico. Revisa los indicadores clave de desempeño (KPI) de tu división. Tu impacto real ahora reside en dos áreas: establecer una dirección clara para el equipo y la gestión de stakeholders para conseguir apoyo en iniciativas clave. Bloquea horas en tu calendario para estas actividades de alto nivel; es ahí donde realmente mueves la aguja del negocio.
4. Reaprende a desconectar
Tras un largo periodo cubriendo vacantes, el cerebro se habitúa al modo de “siempre alerta”. La idea de desconectar puede generar ansiedad física. Sin embargo, si no frenas ahora que tienes la oportunidad, estás pavimentando el camino hacia el agotamiento (burnout).
Es vital romper el hábito de trabajar por defecto. Si has logrado salir de la oficina a una hora razonable, resiste la tentación de “adelantar trabajo” desde casa. Necesitas redescubrir actividades restaurativas. El descanso consciente no es un lujo, es una necesidad fisiológica para mantener la claridad mental que exige tu posición de liderazgo.
Conclusión
Cubrir puestos vacantes es una carga pesada. Pero una vez que tu equipo está completo, el verdadero desafío de liderazgo es dejar de hacer el trabajo de otros para empezar a hacer el tuyo. Al soltar el control operativo, no solo recuperas tu vida, sino que permites que tu organización crezca.



