En la actualidad, los rituales organizacionales están por todas partes: desde un saludo matutino en equipo hasta lujosas celebraciones anuales. Estas prácticas, concebidas para fortalecer lazos sociales y aumentar el compromiso y rendimiento de los empleados, cuentan con el respaldo de investigaciones y son defendidas por numerosos expertos. Sin embargo, una nueva investigación liderada por Junhyok Yim, Anthony C. Klotz, Trevor A. Foulk y Pauline Schilpzand revela que los efectos de los rituales no siempre son tan positivos como se piensa, especialmente cuando se trata de rituales complejos como fiestas navideñas, eventos de integración o retiros corporativos.
¿Qué se sabe sobre estos rituales complejos? A través de varios estudios realizados en Estados Unidos y Alemania, los investigadores analizaron cómo afectan estos eventos extensos y socialmente exigentes a los empleados. Por un lado, encontraron que pueden fortalecer la conexión entre colegas y generar sentimientos positivos hacia la empresa. Por otro, también pueden provocar sensaciones de exclusión, falta de autenticidad y sacrificios personales no recompensados.
La investigación demuestra que la experiencia emocional vivida durante el ritual influye directamente en el comportamiento posterior del empleado. Cuando los eventos incluyen interacciones significativas o reconocimientos por parte de líderes, los empleados se muestran más comprometidos y colaborativos, y menos propensos a buscar nuevos empleos. Sin embargo, si predominan las experiencias negativas, estos beneficios desaparecen por completo.
Para maximizar los efectos positivos de estos eventos, los autores proponen una lista de buenas y malas prácticas:
Qué hacer:
Fomentar conexiones auténticas, especialmente entre empleados que rara vez interactúan.
Ofrecer beneficios significativos como comida de calidad o regalos pensados, elegidos con participación de los empleados.
Cargar el ambiente de energía positiva, mediante oradores motivadores o juegos con premios.
Crear un entorno relajado, con flexibilidad de asistencia y estructura.
Qué evitar:
Ignorar los sacrificios personales, como tiempo extra o gastos no cubiertos.
Gastar en exceso o muy poco, buscando siempre el equilibrio entre impacto y costo.
Perder la oportunidad de reconocer el esfuerzo, mediante agradecimientos públicos y personales.
Forzar la participación, lo que genera incomodidad y disminuye la autenticidad.
Los autores advierten además sobre las limitaciones de su estudio, señalando que los efectos pueden variar según la cultura organizacional y nacional. En contextos más colectivistas, por ejemplo, los empleados podrían mostrar mayor tolerancia a experiencias negativas.
En conclusión, los rituales complejos tienen un alto potencial, pero también grandes riesgos si no se diseñan con cuidado. La clave está en equilibrar los elementos positivos y minimizar las barreras que impidan disfrutar de la experiencia. Solo así estas actividades pueden convertirse en verdaderas herramientas de compromiso organizacional.
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Sobre los autores:
Junhyok Yim es Profesor Asistente en City University of Hong Kong y estudia el impacto de factores no laborales en el comportamiento organizacional.
Anthony C. Klotz es Profesor de Comportamiento Organizacional en UCL School of Management, centrado en renuncias y diseño biofílico.
Trevor A. Foulk enseña en la University of Florida y explora dinámicas jerárquicas y bienestar laboral.
Pauline Schilpzand, profesora en Oregon State University, investiga cómo la incivilidad y el liderazgo afectan el rendimiento y la proactividad.



