La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha tomado un giro inesperado. Contrario a las declaraciones del secretario del Tesoro estadounidense Scott Bessent, quien afirma que China está “débil”, la realidad muestra que Beijing está estableciendo un nuevo orden comercial global en el que Estados Unidos pierde terreno estratégico, económico y político.
El Mito de la Debilidad China
La narrativa de Washington sobre la fragilidad económica china choca frontalmente con los datos del mercado. En 2025, la bolsa china ha subido 34% en términos de dólares, duplicando el rendimiento del S&P 500. Esta recuperación bursátil contradice directamente las afirmaciones de Bessent sobre una economía china “en recesión/depresión”.
Las amenazas de Trump han perdido credibilidad. Cuando impuso aranceles de “Día de la Liberación” en abril, tuvo que revertirlos tras el desplome de Wall Street. En octubre, amenazó con aranceles del 100% tras los controles chinos sobre tierras raras, solo para retractarse nuevamente. Este patrón revela lo que sus críticos llaman “TACO” (Trump Always Chickens Out), pero también expone una realidad más profunda: Estados Unidos no puede infligir dolor económico a China sin herirse mortalmente a sí mismo.
Las Tres Dimensiones del Triunfo Chino
Dominio Escalatorio y Respuesta Estratégica
China ha aprendido a contraatacar con precisión quirúrgica. Cuando Trump impuso tarifas portuarias a buques chinos, Beijing respondió con cargos espejo. Las amenazas de investigaciones antimonopolio contra DuPont, Google, Nvidia y Qualcomm mantienen presionadas a las corporaciones estadounidenses.
El golpe más devastador ha sido el boicot a la soya estadounidense. Un mercado de $12 mil millones anuales se ha reducido a cero. En septiembre de 2025, por primera vez desde 2018, China no importó ni un solo grano de soya estadounidense, afectando a los agricultores del Medio Oeste, una base electoral crítica para Trump. Las exportaciones agrícolas estadounidenses a China caerán a apenas $9 mil millones en 2026, el nivel más bajo desde la guerra comercial de 2018.
Reescritura de las Normas Comerciales Globales
China está construyendo su propio sistema de reglas extraterritoriales. Los nuevos controles sobre tierras raras no solo restringen exportaciones; imponen un régimen de licencias global similar al que Estados Unidos usa para semiconductores. Las empresas extranjeras ahora deben obtener aprobación china para exportar productos que contengan incluso 0.1% de tierras raras chinas o que hayan sido producidos con tecnología china.
Esta es la jugada maestra: China domina más del 90% de la producción refinada de tierras raras y el 98% de la capacidad de procesamiento de tierras raras pesadas. Goldman Sachs estima que una disrupción del 10% en suministros chinos podría impactar $150 mil millones en industrias globales. Mientras tanto, las exportaciones chinas crecieron 8% en el año hasta septiembre, incluso cuando las ventas a Estados Unidos cayeron 27%.
Consolidación Política Interna
Paradójicamente, la presión estadounidense ha fortalecido a Xi Jinping. Para muchos chinos, el “bullying” de Trump valida el proyecto tecnoindustrial de Xi para preparar al país ante un mundo hostil. Esta semana, el liderazgo del Partido Comunista discutió un nuevo plan quinquenal que duplicará la apuesta por el enfoque tecnonacionalista.
El Encuentro en Corea del Sur
Trump y Xi se reunirán el 30 de octubre en Corea del Sur durante la cumbre APEC. Aunque ambos líderes podrían escenificar una desescalada conveniente—quizás una pausa en aranceles estadounidenses a cambio de retrasar controles sobre tierras raras, con algunas compras de soya y bendiciones para la venta de TikTok—la realidad subyacente es inquietante.
El panorama no es de dos países superando diferencias, sino de gigantes beligerantes armando su poder económico. Y aunque China está ganando la guerra comercial de Trump, el retroceso del comercio abierto convierte a todos en perdedores.
Implicaciones para México y Latinoamérica
Esta reconfiguración tiene consecuencias directas para México. Brasil y Argentina han capturado el mercado de soya que Estados Unidos perdió. La cuota china de importaciones brasileñas alcanzó 85.2% en septiembre. Argentina, bajo Milei (aliado de Trump), suspendió temporalmente impuestos a exportaciones de soya para capturar ventas chinas, mientras Washington negociaba una línea de swap de $20 mil millones.
Para México, esto representa tanto oportunidad como advertencia. La diversificación china de cadenas de suministro puede atraer inversión, pero también expone al país a las presiones de Washington por ser “puente” hacia el mercado estadounidense. El nuevo orden comercial chino—basado en licencias extraterritoriales y control de insumos críticos—crea dependencias que rivalizan con el sistema estadounidense de décadas pasadas.



