Bret Taylor, una figura casi mitológica y a la vez desconocida para muchos fuera del ecosistema Silicon Valley, está hoy en el epicentro del debate sobre la nueva burbuja tecnológica. Como presidente de OpenAI y fundador de Sierra Technologies, Taylor no sólo ha presenciado el ascenso y caída de gigantes del sector; los ha dirigido. Quizá por eso se permite una dosis saludable de paranoia: “Si empiezas a creer tus propias exageraciones, ver el futuro claramente se vuelve casi imposible.”
El déjà vu de las burbujas tecnológicas
Quien estudia la historia de Silicon Valley, ve ciclos que se repiten: primero llega una euforia colectiva de inversión y promesas, seguida de un colapso —y luego sobreviven apenas unas pocas empresas verdaderamente disruptivas. Taylor lo vivió como estudiante de Stanford en 1999, rodeado de computadoras Sun Microsystems y fiestas patrocinadas por corporaciones tech que luego vieron evaporarse $5 billones de valor de mercado con el estallido de la burbuja dot-com. “Nos graduamos con diplomas en informática y en ciclos de hype”, resume con humor.
Hoy, observa con cautela el frenesí actual por la IA: startups sin ingresos con valuaciones de decenas o cientos de miles de millones, reclutamiento agresivo de talento y salarios astronómicos para quienes programan los algoritmos más avanzados del planeta. ¿Estamos volando demasiado cerca del sol otra vez?
La trayectoria del hombre tras OpenAI
Taylor no es sólo el rostro detrás de OpenAI. Su carrera está marcada por éxitos, fracasos y aprendizajes clave. Fue parte vital en el surgimiento de Google Maps, transformó el feed de Facebook —incluyendo el icónico botón “Me gusta”— y dirigió adquisiciones como la de Slack en Salesforce. Vivió el drama de la venta de Twitter a Elon Musk y fue clave en la crisis y reestructuración reciente de OpenAI tras la sorpresiva salida y regreso de Sam Altman.
Su estilo personal es de bajo perfil, sin ego ni excesivo afán de protagonismo. Para él, influir es más importante que figurar. Esta visión pragmática le permite tomar riesgos calculados y ejecutar las ideas disruptivas de personalidades como Mark Zuckerberg o Marc Benioff.
Sierra: IA para problemas reales, no sólo hype
Taylor fundó Sierra Technologies con un objetivo simple pero poderoso: atacar uno de los dolores de cabeza más grandes en cualquier empresa— el servicio al cliente. Su equipo desarrolla agentes de IA que gestionan interacciones por voz y texto, capaces de resolver problemas y solicitudes sin intervención humana. Esto no es otro chatbot. Sierra resuelve necesidades reales, generando más de $100 millones de ingresos recurrentes anuales en 2025 y logrando una valuación de $10 mil millones en tiempo récord.
Taylor visualiza el servicio al cliente como el primer paso para crear nuevas fuentes de ingresos corporativos, recordando el ejemplo de Square, cuyo lector de tarjetas fue la puerta a servicios de préstamos y transferencias entre consumidores. El reto fundamental es evitar los “proyectos IA” vacíos, desarrollados sólo para impresionar a jefes o inversionistas y que acaban en la irrelevancia.
¿Quién se salva cuando explota la burbuja?
Taylor no demoniza la posibilidad de un crash en IA. Como buen graduado del dot-com bust, considera que la “destrucción creativa” es salud económica, permitiendo que los sobrevivientes evolucionen en verdaderos titanes. Así ocurrió con Google y Amazon tras el colapso de los noventa. En su visión, sólo unas pocas empresas tecnológicas trascienden realmente, muchas desaparecen o quedan marginadas, y eso es necesario para depurar y fortalecer el sector.
El énfasis está en construir compañías que resuelvan problemas reales y puedan sobrevivir tanto a la euforia como al desencanto del mercado. La filosofía de Taylor es ejecutar con disciplina y mantener los pies en la tierra, sea en el desarrollo de una plataforma de mapas, la transformación del networking en redes sociales o el despliegue global de IA.
Lecciones del pasado para el futuro de la IA
Taylor integra aprendizajes de líderes como Zuckerberg, Mayer y Benioff, combinando escucha activa a colaboradores junior, pragmatismo humano y una mirada de sistemas amplia. Para él, lo que distingue a los gigantes tecnológicos no es su tamaño en la cima, sino su capacidad para construir soluciones duraderas, iterar rápido y adaptarse a los cambios de ciclo.
En lo personal, Taylor es un “superhuman person” que programa, dirige, y mantiene la humildad ante la volatilidad de la industria. La crisis de OpenAI en 2023, donde medió el regreso de Altman, reveló sus capacidades de mediación y manejo de situaciones extremas bajo presión.
¿Qué sigue para Silicon Valley?
Taylor contempla un futuro donde la IA será parte de todas las industrias, pero sólo unas pocas empresas dominarán realmente el sector, tal como hoy se recuerdan los nombres en las fachadas de Stanford: Gates, Hewlett, Packard, Huang. Su ambición humilde: construir una compañía que perdure, aunque la mayoría nunca conozca su nombre.
Para los observadores del boom actual, el mensaje es claro: no se trata de replicar ChatGPT ni de inflar valoraciones, sino de crear aplicaciones que transformen industrias, mejoren la vida diaria y sobrevivan a la prueba del tiempo— y de las burbujas.
El análisis demuestra cómo Bret Taylor, símbolo del “Valle humano” en contraste con el Valle hiper-mediático, navega la nueva burbuja de IA con cautela, ambición y una claridad que parece faltar entre muchos de sus pares. Silicon Valley estará bien, dice; siempre y cuando aprenda a depurar sus propios excesos y a construir tecnología para el largo plazo.



