Por Rainer Strack, Susanne Dyrchs y Allison Bailey (Adaptación)
En el mundo corporativo, intentar dirigir una empresa sin una estrategia clara es una propuesta destinada al fracaso. Sin embargo, en nuestra vida personal, a menudo operamos basándonos puramente en la intuición o la inercia. Las exigencias del “aquí y ahora” nos abruman, dejándonos poco tiempo para pensar en el largo plazo.
Como consultores de estrategia para grandes organizaciones, nos preguntamos: ¿Podemos adaptar los modelos de pensamiento estratégico corporativo para ayudar a las personas a diseñar mejores futuros? La respuesta es sí. Tras probar este método con más de 500 personas, desde estudiantes hasta directores ejecutivos, hemos desarrollado el programa “Estrategia para tu Vida”.
Este proceso consta de siete pasos diseñados para convertir la intuición en un plan analítico y estructurado.
1. Define qué es el éxito (Métricas de Vida)
Toda estrategia comienza definiendo el éxito. En las empresas, esto puede ser el valor para el accionista. En la vida, el dinero solo aumenta la felicidad hasta cubrir necesidades básicas. Para una estrategia vital robusta, necesitamos métricas más profundas.
Recomendamos utilizar el modelo PERMA-V, que abarca las dimensiones esenciales del bienestar: Emociones Positivas, Engagement (compromiso/fluidez), Relaciones, Sentido (propósito), Logros y Vitalidad.
Evalúa cada dimensión del 0 al 10 en términos de importancia para ti y tu satisfacción actual. Esto te dará tu línea base, similar a una auditoría financiera inicial.
2. Establece tu Propósito y Visión
Una estrategia corporativa exitosa se ancla en un propósito. Para encontrar el tuyo, busca la intersección de cuatro elementos: ¿En qué eres bueno? (Fortalezas), ¿Qué valoras? (Ética), ¿Qué te entusiasma? (Pasión) y ¿Qué necesita el mundo? (Demanda).
Una vez definido el propósito, crea tu Visión. ¿Qué historia quieres que se cuente sobre ti dentro de 10 años? Sé específico. Una visión vaga (”quiero ser feliz”) no es accionable; una visión concreta (”quiero liderar una ONG educativa y correr un maratón”) sí lo es.
3. Audita tu Portafolio de Vida
Las empresas analizan sus unidades de negocio en una matriz para decidir dónde invertir capital. Tus “unidades de negocio” son tus Áreas Estratégicas de Vida (relaciones, cuerpo, trabajo, comunidad, intereses, cuidado personal). Tu capital es tu tiempo (tienes 168 horas a la semana) y tu energía.
Para visualizar esto, crea una matriz 2x2:
Eje Y: Importancia de la actividad.
Eje X: Satisfacción actual con la actividad.
Tamaño de la burbuja: Tiempo dedicado actualmente.
El cuadrante superior izquierdo (Alta Importancia, Baja Satisfacción) es tu zona de urgencia. Aquí es donde tu estrategia debe enfocarse para evitar la crisis y el arrepentimiento.
4. Benchmarking y Toma de Decisiones
En estrategia, miramos a los competidores y las mejores prácticas. En la vida, observa a tus modelos a seguir y revisa la “data”: estudios globales (como el Harvard Study of Adult Development) confirman consistentemente que las relaciones profundas y la salud son los predictores más fuertes de felicidad a largo plazo.
Con esta información, toma decisiones de portafolio. Tienes recursos limitados. Para mejorar un área, debes restar tiempo de otra. ¿Puedes agrupar actividades (ej. hacer deporte con amigos) para maximizar el retorno de inversión de tu tiempo?
5. Ejecución: OKRs Personales
La mejor estrategia no sirve de nada sin ejecución. Las empresas utilizan OKRs (Objetivos y Resultados Clave) para garantizar el cumplimiento. Haz lo mismo:
Objetivo: “Mejorar mi salud física”.
Resultado Clave (con fecha): “Correr 5km en menos de 30 minutos para el 1 de junio”.
Para asegurar el cambio sostenido, establece “anclas” (haz público tu plan con un amigo) y consecuencias. Revisa tu estrategia semanalmente durante 15 minutos.
Conclusión
La enormidad de la vida puede paralizarnos, pero el pensamiento estratégico nos da control. Te invitamos a condensar tu estrategia de vida en una sola página: tu propósito, visión, auditoría de portafolio y tus OKRs actuales. Trata tu vida con el mismo rigor estratégico con el que tratarías una empresa del Fortune 500. Al final del día, tu vida es tu proyecto más importante.



