Al igual que los sistemas vivos, los equipos necesitan atención, cuidado y renovación intencional para prosperar. En un contexto de cambios constantes—nuevos integrantes, salidas clave, conflictos, reestructuraciones o nuevas estrategias—llega un momento en que un simple ajuste no basta. Es necesario un reinicio completo. Y lejos de ser un signo de fracaso, relanzar un equipo es una demostración de liderazgo.
Basándonos en años de trabajo con cientos de equipos, Alyson Meister e Ina Toegel presentan una hoja de ruta clara para reactivar equipos desmotivados:
1. Reevaluar: Diagnosticar antes de actuar
Antes de intervenir, hay que identificar la raíz del problema. ¿El equipo está alineado en cuanto a propósito y objetivos? ¿Existen tensiones no resueltas? ¿Se ha perdido la motivación? ¿El equipo dispone de los recursos adecuados?
No todos se sentirán cómodos hablando abiertamente. Se puede recurrir a encuestas anónimas o diálogos estructurados para recoger percepciones. La clave es detectar lo que no se dice y abordarlo colectivamente, no solo en conversaciones privadas.
2. Reconectar: Reconstruir la confianza y la seguridad psicológica
Cambios en la composición del equipo, incluso mínimos, pueden alterar profundamente las dinámicas internas. Es vital reconstruir un entorno donde todos se sientan seguros para hablar, desafiar ideas y compartir experiencias.
Esto puede lograrse a través de chequeos personales, retrospectivas de equipo y procesos estructurados de retroalimentación. La vulnerabilidad del líder y el ejemplo personal son esenciales.
3. Reimaginar: Redefinir el propósito del equipo
Un equipo necesita una visión clara y compartida para volver a cohesionar sus esfuerzos. Aunque los líderes crean que todos están alineados, muchas veces eso no es cierto. Hay que explicitar el propósito, definir los resultados clave y proyectar optimismo hacia el futuro.
4. Recontratar: Establecer nuevas formas de trabajar
Muchas disfunciones surgen por falta de claridad en roles, prioridades y mecanismos de colaboración. Es necesario redefinir:
Roles y responsabilidades (escritos y no escritos)
Procesos de toma de decisiones
Normas del equipo (frecuencia de reuniones, protocolos de retroalimentación, participación en distintos husos horarios)
Una empresa de bienes de consumo logró mejorar radicalmente la calidad de sus reuniones tras rediseñar su sistema operativo del equipo.
5. Reenergizar: Construir sobre logros visibles
Para que el reinicio se mantenga, es importante lograr y celebrar pequeñas victorias en los primeros 30 a 60 días. También es buen momento para introducir nuevos rituales como reuniones breves quincenales, espacios de revisión de avances y sesiones de coaching entre pares.
Reconocer avances individuales, como un miembro que mejora su escucha activa, refuerza las nuevas dinámicas y motiva al grupo.
6. Reajustar: Sostener el impulso en el tiempo
El reinicio no es un evento único, sino un proceso continuo. Hay que monitorear avances, dar retroalimentación frecuente y reajustar normas, roles y decisiones conforme el entorno cambie.
Un equipo directivo redescubrió el valor de sus normas iniciales al revisarlas y autoevaluarse. Algo tan sencillo como un cartel olvidado sirvió de catalizador para una nueva etapa de cohesión.



